NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
Su nombre era Francisco Javier Zaldúa, hijo del asistente del entonces presidente de la República, Justo Rufino Barrios, ambos ateos. Irónicamente, el hijo llegó a ser uno de los mas devotos sacerdotes de Guatemala, pero llevaba en sí la gran pena de que el presidente rechazaba todo lo que tuviera que ver con la Iglesia.
Entonces Francisco Javier prometió a la Virgen del Carmen que si salvaba el alma del presidente, impidiendo que muriera sin confesión, dedicaría su vida a propagar su devoción.
Y sucedió exactamente eso. Un día en el que el presidente Barrios se dirigía a pie a la Casa Presidencial, se desató un aguacero torrencial por lo que tuvieron que buscar regufio en la primera tienda que encontraron. El presidente le preguntó su edad al tendero, un tipo de mala fama. Este respondió tristemente: "Ay su Excelencia, tengo 80 para el mundo y ninguno para Dios".
Fueron estas palabras el toque de la gracia. Le siguieron zumbando en los oídos al General Barrios y ya no le dejaban quietud. Al poco tiempo le llegó la enfermedad que lo hubiese llevado al sepulcro si no hubiese muerto en la batalla de Chalchuapa, El Salvador (el General Barrios es uno de los pocos presidentes guatemaltecos que ha muerto ejerciendo las funciones de Primer Mandatario al mando de un ejército). Al sentirse enfermo meses antes del inicio de la conflagración bélica llamó al sacerdote y a Venancio Barrios para que escuchara y le dijo: Mira, la Casa de Gobierno está llena de masones que no dejarán entrar a ningún sacerdote, pero por la casa vecina se puede poner una escalera. Tráeme el Nuncio de su Santidad para que me perdone todas mis grandes faltas.
Y el Nuncio vino, y entró por la ventana, por medio de la escalera de contrabando, y le administró los sacramentos. El viejo General-Presidente decía luego al sacerdote: ¿Ves que para tu Virgencita del Carmen no hay imposibles? Ella no necesita puertas para salvar a los que se le encomiendan.
Desde entonces el padre Javier Zaldúa se volvió el más entusiasta propagador de la devoción del Carmen. La fiesta del 16 de julio en la Catedral Metropolitana empezó a ser la más sonada de todo el año. Los milagros se multiplicaban. Al estallar un polvorín en el Mercado Central, allí cerca, los únicos que estaban con vida al llegar un sacerdote a darles la absolución eran dos obreros que tenían el Santo Escapulario. La Virgen del Carmen es la Reina de la popularidad en Guatemala
El 11 de septiembre de 1814, el arzobispo Ramón Casaus y Torres ofició la primera misa en la nueva iglesia, bendijo las instalaciones y puso a la veneración de los fieles el Santísimo Sacramento, refiere el sacerdote Abel Abraham García, rector del templo de Nuestra Señora del Carmen desde abril del 2013.
La construcción de este recinto comenzó en 1787 y se concluyó definitivamente en 1813. En documentos de la época consta que la mayor cantidad de dinero para financiar la obra provino del peregrinaje de una imagen de la Virgen del Carmen, que durante 26 años recorrió Chiapas, Oaxaca y el Reino de Guatemala.
“El complejo arquitectónico de estilo neoclásico incluía un arco en el atrio destruido por los terremotos de 1917. El altar mayor de grandes proporciones puede que contenga piezas del antiguo altar del templo del Carmen de la Antigua Guatemala”, explica el cronista de la ciudad de Guatemala, historiador Miguel Alfredo Álvarez, quien afirma que los retablos están laminados en oro, también de diseño neoclásico con elementos barrocos.
Del complejo arquitectónico original solo queda el templo y parte de las criptas, donde ahora funcionan las oficinas parroquiales. Refiere Álvarez que antes del terremoto de 1976 este templo era el preferido para oficiar matrimonios de alta sociedad. “Se acostumbraba celebrar la misa en el templo del Carmen y después festejar con elegantes bailes y comida en los clubes Americano o Guatemala”, cuenta.
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